DOHA, Qatar, 7 de octubre de 2023 (as.com).- Verstappen ganó tan rápido su tercer Mundial que ni siquiera debió esperar al domingo, lo hizo el sábado, y ni siquiera debió ganar la carrera en la coronación.
Acabó segundo en el esprint de Qatar, detrás de Piastri, si bien podría haberse bajado en marcha a celebrarlo (coincidiendo con el accidente de Pérez).
Le sobraron los siete puntos, como le ha sobrado media temporada: en un 2023 de diez sobre diez, el neerlandés entra en el más absoluto Olimpo de la Fórmula 1 y se emparenta con Senna, Piquet, Lauda, Stewart y Brabham.
Por delante, solo Prost (4), Vettel (4), Fangio (5), Hamilton (7) y Schumacher (7). Aunque los números no lo son todo y no sirven para el dominio del piloto total, Max, al volante del coche más extremo, el Red Bull de Newey y compañía: delante desde cualquier viernes por la mañana, sin errores, con lluvia y en seco, desde la pole o en el tren de la bruja, contra Ferrari o contra Mercedes, contra Alonso o frente a Hamilton.
Siempre delante. Lo celebra con una medalla temporal de segundo clasificado que no hace justicia a su temporada, aunque en pocas horas podrá redimirse desde la pole, este domingo en Losail. Los dos McLaren rodearon al verdadero campeón en el podio de, quizás, el esprint más caótico de los que se han celebrado.
La salida fue loca, en el más amplio sentido de la palabra. Los que apostaron por la goma blanda fueron héroes un ratito; Sainz se tiró en la primera finada del quinto al tercero con una apurada enorme, Russell pasaba igualmente a Verstappen y Norris y perseguía peligrosamente a Piastri.
Lando se hundía tras esa arrancada. Alonso recuperaba dos posiciones, del noveno al séptimo. Esas primeras vueltas fueron frenéticas con dos resalidas en escasos minutos por safety car (accidentes de Lawson y Sargeant). En la primera, Russell se comió a un despistado Piastri para liderar la carrera temporalmente. Para la segunda, todo empezaba a establecerse.
A la mitad de una carrera de 19 vueltas, la Pirelli roja se vino abajo y los que jugaron con la media, la elección lógica a priori, empezaron a comerse a la competencia. Verstappen pasó a Leclerc, luego a Sainz; Piastri recuperó delante la posición con Russell.
La remontada de ‘Mad Max’ cumplía con el guión del tricampeonato aunque tampoco fue necesaria: un triple accidente entre Hulkenberg, Ocon y Pérez mandó a la grava a ambos y acabó con la más remota de las combinaciones que podía mantener vivo el campeonato (y que requeriría de un accidente en paracaídas de Max, como poco). Para el final quedarían cinco vueltas de puro esprint dentro del propio esprint, quizás el más caótico de todos los que se han celebrado.
En esa arrancada definitiva Norris volvió a pifiarla, le pasó Leclerc y se despidió de cualquier amago de podio, aunque finalmente superaría a los dos Ferrari con la ventaja de gomas (y de coche, sobre todo coche). Verstappen se quitó de encima fácil a Russell, si bien perdió una vuelta, y apuntó a recortar dos segundos y medio al joven Piastri, la gran revelación de este último tercio de la temporada con el McLaren.
Pronto se vio que no sería suficiente. Se pelaron en la distancia, vuelta rápida tras vuelta rápida, con apenas tres décimas de ventaja para Max que no le permitirían siquiera acercarse al australiano. Al final, bajo la bandera a cuadros, merecidísimo triunfo de Piastri por delante del tricampeón del mundo y Norris. En la última vuelta, Mercedes ganó del todo la partida a Ferrari con el cuarto de Russell y el quinto de Hamilton, por delante de Sainz (6º) y Leclerc (7º). Y Alonso (9º) perdió en la última vuelta el último punto al que aspiraba, porque las medias de Albon (8º) castigaron a las blandas del Aston Martin. La blanda fue divertida, pero errónea. No importa, su carrera es este domingo, desde la cuarta plaza.
Crónica de un Mundial anunciado
En cuanto a Verstappen, poco que no se haya dicho ya. Tercer título del neerlandés de 26 años recién cumplidos, con seis carreras aún por disputarse (la primera, este domingo), es absoluto e incuestionable.
Que llegue un sábado es incluso lógico. Ha ganado todas las carreras que ha corrido excepto Arabia Saudí (con una avería en el palier que le lastró en clasificación), Azerbaiyán (Russell le encerró y se tocó contra el muro) y Singapur (un verdadero poltergeist para Red Bull); y ha cedido también en el esprint de Bakú, una cita menor en un urbano, la especialidad de Checo. Todo lo demás, a una vuelta y en distancia larga, ha sido para él.
El duelo contra su compañero nunca existió. Se emparenta en los libros de historia con los tres títulos de algunos de los pilotos más icónicos. Entre ellos su suegro, Piquet. Leyendas entre las leyendas, lo que es este genio neerlandés moldeado por la exigencia de su padre Jos para ganar sin hacer prisioneros. No será el último. Que no lo celebrase con una victoria es la excepción que confirma la regla de Max.