Denver, CO.- Los Timberwolves terminaron con el reinado de los Nuggets tras derrotarlos en el séptimo partido de las Semifinales de la Conferencia Oeste por 90-98.
Ambos equipos tuvieron desde el salto inical clarísimo el plan de partido: que no la toquen las estrellas. Nikola Jokic y Anthony Edwards tuvieron que aguantar dos contra unos constantes durante todo el partido. Tanto Chris Finch como Mike Malone sabían que intentar que el balón estuviera el mínimo tiempo posible en sus manos era la mejor -probablemente la única- forma de minimizar su impacto en el juego, pero solamente uno consiguió dejar huella en el partido a pesar de esa situación.
La primera mitad de Nikola Jokic fue la enésima demostración de MVP, la de hoy más importante aún teniendo en cuenta que se trataba de un séptimo partido. Sin hacer mucho ruido, como siempre, pero fallón en el tiro, como pocas veces, el serbio se adueñó de la zona y con su entrada de escena se rompió el partido, dejando atrás unos minutos dominados por la defensa e impresionantes highlights defensivos.
Tras un inicio de encuentro errático por ambas partes y con los nervios como protagonistas, los Denver Nuggets aprovecharon el apagón de los Minnesota Timberwolves para abrir la primera brecha. La cornada de 13 puntos de sutura que le endosaron a los visitantes llegó tras cinco minutos de sequía absoluta de los Wolves. Por mucho que Karl-Anthony Towns (23 puntos y 12 rebotes) mantuviera a los suyos con vida, el cortocircuito fue de los importantes y con él llegaron los dos dígitos de ventaja.
Por mucho que Finch lo intentara parar a través de un tiempo muerto, la tendencia era claramente para los locales y la ventaja no hizo otra cosa que aumentar gracias al otro gran protagonista del primer tiempo. Jamal Murray (35 puntos) firmó unos primeros 24 minutos casi perfectos. No estaba siendo su mejor serie de playoffs, pero sus 24 puntos en la primera mitad permitieron a los Nuggets jugar a placer.
A diferencia de los Wolves, los vigentes campeones sí sabían encontrar al hombre liberado, pudiendo incluso correr al contraataque. Y cuando no se podía aprovechar la ventaja a campo abierto, ahí estaba Jokic para distribuir… o vérselas con Rudy Gobert. MVP y DPOY tuvieron algún que otro emparejamiento sin ayudas, un duelo con mucho morbo que terminó siempre en victoria para el mejor jugador de la NBA (y por fin otra vez de forma oficial), que se fue hasta los 15 rebotes en una primera mitad casi perfecta.
Con la llegada del tercer tiempo también llegaron por fin los 20 puntos de ventaja para los locales (58-38), pero poco duró la alegría para los de Colorado. Anthony Edwards se dio cuenta de que el camino por la victoria para los suyos requería que dejara de centrarse en anotar sí o sí y comenzara a distribuir el balón, un cambio de planteamiento que fue la clave de la reacción de los Wolves. A pesar de sus problemas de faltas, Jaden McDaniels (23 puntos y 6 rebotes) castigó desde las esquinas, siempre buscado y encontrado por Edwards.
Las cosas iban bien en ataque pero aún mejor en defensa. Con Gobert (13 puntos y 9 rebotes) mirándoselo desde el banquillo y KAT encargándose de Jokic (34 puntos, 19 rebotes y 7 asistencias), el ataque de los Nuggets colapsó y el 3-19 de parcial visitante transformó un partido que parecía ir de camino a la paliza en un Game 7 en toda regla (61-59).
Incluso hubo tiempo antes del final del tercer cuarto del momento ‘Ant’. La joven estrella de los Wolves dejó atrás su mejorable arranque de partido para adueñarse de los minutos finales del tercer asalto, culminando su exhibición con un triple que dejó el partido a un punto (67-66).
Y llegó el sorpasso. Con un Rudy Gobert protagonista absoluto, metiendo incluso fade aways incomprensibles, los Wolves dispararon la ventaja hasta el 75-81. Naz Reid (11 puntos y 4 rebotes), Mike Conley (10 puntos, 8 rebotes y 4 asistencias)… Los secundarios de los Wolves aparecieron también para dejar huella en el partido, aunque lo de hoy era cosa de Anthony Edwards (16 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias) y suyo fue el triple que colocó el 82-92.
Los dos dígitos de ventaja a falta de dos minutos fueron una losa demasiado pesada para los locales, que vieron como su intento de remontada quedaba en eso, en intento, y sus aspiraciones de doblete se esfumaban a la vez que Anthony Edwards se despedía del público local.